Sí, se puede.
Hace unos años decidí vivir de mi pasión, de mi talento, de aquello que me gustaba, se me daba bien y los demás lo reconocían en mí.
Sí, se puede, se puede vivir de tu pasión, pero siempre con una condición: que aportes VALOR a los demás, si no, estás perdido.
Mi camino no fue fácil, al igual que el de muchas personas que deciden emprender.
Hasta que decidí qué es lo que quería hacer, transité por momentos de incertidumbre y miedos, pero también de emoción, de ilusión y muchas muchas ganas de poder disfrutar con mi trabajo; algo que en los últimos tiempos había desaparecido.
Tuve que decidir, y decidir es renunciar.
Renuncié a seguir en una empresa con un sueldo fijo, un horario fijo y un contrato fijo.
Renuncié a la estabilidad, a la seguridad y también a la dependencia.
Escogí la autonomía y la libertad.
Pero jugué con ventaja: me preparé.
Me preparé para el momento de dejar la empresa, el de liderar mi propio proyecto, el de decidir qué y cómo quería hacer las cosas.
Realicé en primera persona un proceso de Autoconocimiento, como los que ahora acompaño a mis clientes, mientras me formaba en Coaching.
Pude identificar mis Fortalezas y mis Vulnerabilidades, mirarlas a la cara con determinación y construir mi VALOR DIFERENCIAL, aquel que daba respuesta no solo a qué tenía que aportar al mundo, sino cómo lo hacía de manera distinta a otros: la conexión con las personas de manera directa, amena y llena de energía para ayudarles a descubrir su Valor.
Con sentido del humor, con acciones concretas y aterrizando de manera muy práctica y útil las ideas que se generan tras procesos de reflexión individual y conjunta.
Esta es mi Misión, acompañar en la búsqueda del sentido y propósito de las personas y organizaciones.
Sin un para qué, no hay motor, no hay movimiento, no hay acción duradera… sin un para qué, la vida y el trabajo no tienen sentido. Y cada uno debe encontrar el suyo.
Sin un para qué, ¿para qué voy a esforzarme? ¿Para qué voy a cambiar? ¿Para qué instaurar nuevos procesos en el equipo o en la empresa?
Ya lo decía el psicólogo estadounidense Jonathan Haidt con su metáfora del Jinete y el Elefante:
- Dirige al Jinete. La parte racional. Identifica y ayuda a identificar el objetivo que quieres conseguir o quieres que consiga tu colaborador o tu equipo.
- Motiva al Elefante. La parte emocional. La persona o el equipo solo se moverá si el objetivo es importante y tiene sentido para él, por mucho que el Jinete le dirija y le diga qué y cómo tiene que hacer.
- Allana el Camino. No lo pongas difícil. Analiza las estrategias y planes de acción para ver si son productivos y eficientes o por el contrario, representan una piedra más en el camino.
Porque TU sentido y TU propósito son TU MOTOR